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P R O C E S O I N I C I Á T I C O Relato de una 2da y 3ra Iniciación
L A
2da y 3ra
I N I C I A C I Ó N
El
candidato que ha recibido la primera iniciación está ya
definitivamente en el sendero que conduce al adeptado y ha
traspuesto el portal del camino que del conocimiento humano
lleva al superhumano.
Mirando
desde abajo este sendero, causa sorpresa que el candidato no esté
ya exhausto después del trabajo que le costó llegar a la
primera iniciación y que no retroceda descorazonado al ver las
ingentes alturas que ante sus pasos se yerguen en el siempre
ascendente sendero. Mas ha bebido en la fuente de la vida y «su
fortaleza vale por la de diez, porque su corazón es puro» y el
esplendor de la humanidad ideal que descubre con siempre
creciente limpidez tiene para él un inspirador atractivo que no
admite comparación con ningún interés ni estímulo material.
La
primera jornada de su camino termina en la segunda iniciación,
para la que ha de quebrantar las tres ligaduras siguientes:
1°
Sakkayaditthi. Ilusión del yo.
2°
Vichikichacha. Duda o inseguridad
3°
Silabbataparamasca. Superstición.
La
primera es la conciencia del «yo soy yo» relacionada con la
personalidad, que no es más que una ilusión y debe desecharse
al dar el primer paso en el sendero ascendente. Pero el
quebranto de esta ligadura requiere algo
más que el desvanecimiento de tal ilusión, pues es
indispensable reconocer la esencial unidad de la
individualidad con el Todo y que por lo tanto no ha de tener jamás
intereses opuestos a los de sus hermanos, pues en realidad más
rápidamente se progresa cuanto mejor se ayuda al progreso del
prójimo.
Respecto
de la segunda ligadura conviene advertir que las gentes educadas
según la mentalidad occidental están desgraciadamente
familiarizadas con la idea de que quien profesa una religión o
pertenece a una escuela o secta ha de creer ciegamente en sus
definidos dogmas: y por lo tanto, al oír que en ocultismo se
considera la duda como un obstáculo en el camino del progreso,
podrían suponer que también se exige de quienes siguen el
sendero la misma ciega fe que exigen las modernas
supersticiones. Nada más falso.
Verdad es que la duda y mejor diríamos la inseguridad en algunas cuestiones es un obstáculo para el progreso espiritual; mas el antídoto de esta duda no es la fe ciega que por sí misma es una ligadura como más adelante veremos, sino la convicción basada en el razonamiento matemático y en la experiencia individual. Si un escolar duda de la exactitud de la tabla de multiplicar difícilmente adelantará en el estudio de las matemáticas superiores; pero sus dudas se desvanecerán si se le demuestra razonada y experimentalmente la exactitud de la tabla. Entonces creerá que dos veces dos son cuatro no porque alguien se lo diga sino por personal y directa comprobación. Este es el único medio que de disparar dudas conoce el ocultismo.
El
vichikichcha se ha definido diciendo que es la duda sobre las
doctrinas del karma y de la reencarnación y sobre la eficacia
del método para alcanzar el sumo bien por el Sendero de
Santidad; pero el conocimiento de estas verdades entraña la de
que el mundo es la escuela establecida para el hombre por Dios
cuyo admirable y beneficiente plan es la evolución de la vida
inmortal través de las perecederas formas. Cuando el iniciado,
rompe esta segunda ligadura adquiere la absoluta cereza basada
en su conocimiento de primera mano o en el
raciocinio lógico, de que son verdaderas las enseñanzas del
ocultismo sobre el karma y la reencarnación.
La
tercera ligadura, silabbataparamasa o superstición, incluye
toda clase de disparatadas y erróneas creencias, entre ellas la
de que los ritos y ceremonias son necesarios para purificar el
corazón. El iniciado se convence al romper esta ligadura de que
los sacramentos, plegarias, peregrinaciones, ayunos y la
observancia de multitud de ritos y ceremonias son auxilios y
nada más que auxilios proporcionados por las religiones; y que
el hombre prudente adoptará si los considera útiles, pero
nunca confiará en ninguno de ellos como suficiente para
alcanzar la salvación. Entonces advierte que ha de buscar la
liberación en su interior y que por muy valiosos que dichos
auxilios puedan ser para fomentar su voluntad, su sabiduría y
su amor nunca han de suplantar el personal esfuerzo que
indispensablemente necesita para vencer. El que rompe esta
tercera ligadura se convence de que ninguna forma de religión
es necesaria para todos los hombres, sino que en cualquiera de
ellas y aun fuera de todas es posible encontrar el Sendero de
perfección.
Las
tres citadas ligaduras están en coherente serie. Una vez
descubierta la diferencia entre la personalidad y la
individualidad es posible comprender con alguna latitud el
efectivo curso de la reencarnación y disipar toda duda sobre
este punto. Esto conseguido, el conocimiento de la espiritual
permanencia del verdadero ego infunde confianza en la fortaleza
espiritual del hombre y desvanece toda superstición.
Cada etapa del Sendero se llama maggo y comprende el tiempo en que el estudiante se esfuerza en romper las ligaduras. El segundo es phala, que literalmente significa fruto o resultado y comprende el tiempo durante el cual encuentra el hombre el resultado cada vez mayor de sus esfuerzos. El tercero, bhavagga o consumación es el período en que obtenido ya todo el resultado de sus esfuerzos, puede cumplir satisfactoriamente la obra peculiar del trecho en que el sendero se halla. El cuarto es gotrabhu, que significa haber alcanzado la aptitud necesaria para recibir la siguiente iniciación.
Para
llegar la período gotrabhu es absolutamente esencial que el
candidato se haya libertado completa y enteramente de las
ligaduras que dificultan esta etapa del sendero. Antes de
proceder a la segunda iniciación, el Iniciador exige pruebas de
cómo ha usado el candidato los poderes que se le confirieron en
la primera, y una de las más hermosas características de la
ceremonia es la parte en que se adelantan a dar testimonio todos
los auxiliados por el candidato, quien ha de saber actuar
libremente en su cuerpo mental, porque así como la primera
iniciación se recibe en el mundo astral, la segunda tiene por
escenario el mundo mental.
Parece
incongruente esta afirmación con lo que dijimos acerca de que
la primera iniciación se efectuaba en una sala o en un jardín,
pero en realidad no hay tal incongruencia. Si el Señor Maitreya
es el celebrante, la ceremonia se efectúa usualmente en su jardín
o en su salón, y está presente en cuerpo físico, como también
lo está en muchos casos el manú Señor Vaisvasvata que vive en
la vecindad. Todos los demás circunstantes se hallan
generalmente en cuerpo astral si es primera iniciación y en
mental si es segunda. Los adeptos allí presentes enfocan su
conciencia con perfecta facilidad en el nivel requerido pero
como en los mundos astral y mental hay una fiel contraparte de
todo lo existente en el físico, los informes son exactos y tal
como se describen los lugares relacionados con el mundo físico.
RELATO
DE 2da INICIACIÓN
Se recibió la noticia de que en la noche del plenilunio de Chaitra se efectuaría una numerosa reunión de adeptos en casa del Señor Maitreya y que se aprovecharía esta circunstancia para admitir algunos candidatos a la iniciación sakridagamin tan pronto como lo tuviera por conveniente la augusta asamblea. El maestro Moria ordenó a los guardianes de uno de los candidatos que estuvieran dispuestos no más allá de las diez de la noche del plenilunio.
Por la tarde acudieron muchos amigos de la India que rondaron por allí, hasta que cuando candidatos y sus guardianes se marcharon a casa del maestro Kuthumi, los siguieron discretamente y se quedaron en espera a respetuosa distancia de la casa. Poco después entró el Maestro Moria e inmediatamente se marchó con el maestro Kuthumi, a casa del Señor Maitreya, seguidos de los discípulos, que se detuvieron en el jardín mientras los dos Maestros entraban en la casa.
El jardín está en una cañada de la meridional estribación de los Himalayas desde donde se domina una dilatada extensión de las llanuras de la India que transpone el horizonte. Además de lo abrigado de su situación lo protege por la espalda un pinar encurvado hacia la derecha, y más allá, un poco hacia Oriente se alza la antiquísima casa de piedra con amplia galería apoyada en pilares, donde habita el manú de nuestra raza, el excelso Señor Vaivasvata. El jardín del Señor Maitreya estaba iluminado por la argentina luz de la luna llena que bañaba los exuberantes grupos de rododendros y las abiertas flores primaverales, y centelleaba en el sitial de mármol blanco que rodea el corpulento árbol, donde acostumbra a reposar el Señor Maitreya Y en el que se acomodó al salir de la casa. Los Maestros se Situaron a derecha e izquierda formando semicírculo en los asientos del césped. Un Peldaño más abajo estaban los dos candidatos entre los maestros Kuthumi y Djwal Kul que los presentaban. Detrás, los guardianes del candidato más joven en el mundo físico. El Manú se sentaba un poco más atrás de la derecha del Bodisatva y sobre Ellos refulgía la esplendente figura del Señor Buda quien en su última vida terrena había aceptado de ambos candidatos «el voto inquebrantable» y les daba ahora su omnipotente bendición en la etapa que estaban a Punto de emprender. Cerca del Señor Buda se veía al Mahachoán, Jefe de los cinco Rayos y algo sobre entre Ellos fulguró después en respuesta a la solemne invocación del Bodisatva, la brillante Estrella del único Iniciador, del Potente Rey de la Jerarquía Oculta, del Señor del Mundo. Tal era el exquisito aparato de la ceremonia de iniciación.
Los maestros Kuthumi y Djwal Kul adelantaron un paso a los candidatos, y el Bodisatva preguntó:
¿Quienes son éstos que me presentáis?
El maestro Kuthumi respondió:
Son dos hermanos que rotas las ligaduras de la separatividad, la duda y la superstición, y cosechado y conocido el resultado de su labor desean entrar en el Sendero de Sakridagamin. Yo lo presento como Gotrabhu.
El Señor Maitreya preguntó:
¿Continuarás
guiando a estos hermanos por el sendero en que solicitan entrar?
El Maestro respondió:
- Así lo haré.
El Señor repuso:
Nuestra regla prescribe que dos hermanos de grado superior afiancen a cada candidato propuesto para el segundo sendero. ¿Hay otro hermano que apoye la propuesta?
El Maestro Djwal Kul respondió:
- Yo la apoyo.
El Señor dirigióse a los guardianes y les dijo:
Vosotros, como dos hermanos residentes en el mundo profano, cuidásteis del más joven de estos candidatos y habéis tenido experiencia en vuestra aceptada misión de guardianes. Por lo tanto, en vista de que todavía su cuerpo es joven ¿queréis proseguir guardando al candidato y auxiliarle en su paso por el segundo sendero?
Los guardianes respondieron:
- Gozosamente así lo haremos.
El Señor preguntó:
- ¿lo amáis aún tan tiernamente que vuestra labor sea fácil y agradable?
Los guardianes respondieron:
- Lo amamos más profundamente todavía que al empezar nuestra dichosa tarea. El candidato es dócil y aplicado; fácil de guiar y pronto en aprender.
El Señor le preguntó al joven candidato:
¿Está tu corazón henchido de amor a estos dos hermanos y proseguirás alegremente sometido a su guía, sin permitir que nada se interponga entre tu corazón y el suyo?
El candidato respondió:
- Así lo haré gustosamente, porque muchísimo los amo y les estoy agradecidísimo por sus solícitos cuidados.
El Señor les preguntó a los dos candidatos:
Así, pues, ¿deseáis entrar en el sendero del sakridagamin?
Así
lo deseamos si tal merecemos.
El Bodisatva dijo:
Como
quiera que es costumbre inmemorial de esta Fraternidad
preguntarles a los candidatos a cada sucesiva iniciación cómo
han usado de los poderes anteriormente conferidos, y como quiera
que un poder sólo es tal poder cuando se usa en beneficio del
prójimo, yo pregunto por lo tanto: ¿quién atestigua los
servicios prestados por estos candidatos desde la última vez
que ante nosotros estuvieron y los admitimos en la Fraternidad?
¿Qué concreta obra docente han efectuado? ¿A quién
auxiliaron?
Cuando
estas solemnes palabras hendieron los aires, como si a modo de
intimación rodearan el mundo, surgieron de todos los ámbitos
multitud de testigos y aguardaron en silencio con la mirada
radiante de gratitud, fija en los dos candidatos.
El maestro Kuthumi dijo:
He
aquí quienes de muchos países y naciones han recibido de mis
dos discípulos, luz, fortaleza y consuelo. De los labios de mi
hijo mayor escucharon mi mensaje millares de oídos, y se esforzó
incesantemente en iluminar a los que estaban en tinieblas y aquí
llegan para atestiguarlo. También ha escrito un libro y
numerosos artículos que dan prueba de su amoroso trabajo en
beneficio del prójimo. En cuanto a mi hijo menor todavía es de
cuerpo muy joven para actuar públicamente, pero ha escrito un
librito en que difunde las enseñanzas que yo le di y millares
de gentes le aman y le toman por guía que hacia nosotros
conduce. También están aquí para dar testimonio.
Muchas voces exclamaron:
Nosotros
damos testimonios.
Tan
numerosos eran los testigos, que el aire parecía estar henchido
de voces, y el Bodisatva, el Salvador del Mundo, sonrió más
dulcemente al escuchar la respuesta a la pregunta que había
interrogado.
Después habló el primer guardián, diciendo:
Yo
atestiguo que el mayor de estos candidatos, se mantuvo firme y
tranquilo y enteramente leal a mi hermano y a mí (opuestos en
apariencia) en épocas de amarga turbulencia y porfiada lucha.
También atestiguo que infatigablemente ha trabajado sin sombra
de egoísmo en bien de su prójimo, en cuyo servicio empleó
todos sus poderes. En cuanto al joven, mi amado discípulo,
atestiguo que continuamente procura auxiliar a todos con quienes
se encuentra, y denota rara habilidad en el auxilio, pues
irradia tal flujo de amor y pureza, que su sola presencia es una
bendición. Todos conocéis la valía de su inapreciable
librito.
El segundo guardián también habló en favor de los candidatos, diciendo:
-
Añado mi testimonio en pro de estos dos queridos candidatos.
Doy fe de que el mayor me ha prestado personalmente muy leal,
afectuoso y abnegado auxilio y sé que muchos otros han recibido
de él luz e inspiración. Respecto del candidato más joven doy
individual testimonio de admirable amor y devoción que ha
inspirado a los miembros de su Orden, tanto en Adyar como en
Benarés, y del favorable cambio operado en la conducta de
ellos. También he recibido muchas cartas cuyos firmantes
declaran que el libro por él escrito les ha dado un nuevo
concepto de la vida.
El
maestro Kuthumi llamó de entre la multitud a quienes hubiesen
aprendido la verdad de labios de cada uno de los candidatos a
quien respectivamente miraban como guía. Muchos se adelantaron
para atestiguar el auxilio recibido y cada cual expuso lo que
sentía en su corazón. Algunos declararon que la lectura de A
los pies del Maestro les había dado un nuevo concepto de la
vida. Otros que habían recibido mucho auxilio pero que no
pudieron acudir en aquella ocasión porque estaban en conciencia vigílica
y ocupados en sus respectivas profesiones, fueron representados
en viva imagen por el Maestro, y aunque no pudieron decir ni
hacer nada, es probable que por conducto de ellas llegaran a sus
originales algo de la maravillosa influencia de la ceremonia,
que continué mientras se retiraba la multitud.
El Bodisatva se dirigió entonces a los candidatos diciéndoles que aprobaba la labor que habían realizado, y manifestó su esperanza de que usarían los poderes que se les iban a conferir tan apropiadamente como habían usado los antes conferidos. Luego añadió:
Habéis quebrantado para siempre las tres ligaduras que atan a vuestros hermanos a la tierra, y la libertad por vosotros lograda debe servir para aliviarles el peso de dichas ligaduras. Ya sabéis con toda seguridad que es pura ilusión la idea del separado Yo. Ahora debéis infundir esta seguridad en vuestros vehículos inferiores, de modo que jamás haya en ellos ni una acción ni un pensamiento tocante a la separatividad, sino que todo se concentre en el único Yo que se manifiesta por medio de todos los seres. ¿Os esforzaréis en hacerlo así y no cesar hasta lograrlo?
Los candidatos respondieron:
Así
lo haremos.
El Señor Maitreya dijo:
Habéis quebrantado el grillete de la duda y ya estáis seguros de la verdad de la evolución cuyo método es la reiterada caída en la materia bajo la ley de perfeccionamiento. Ahora debéis usar los poderes que se os van a conferir para disipar en los demás toda duda respecto a estas capitales verdades de modo que compartan el conocimiento por vosotros adquirido y no seguramente para vosotros solos. Por lo tanto, ¿usaréis vuestros poderes para iluminar a las gentes?
Los candidatos respondieron:
Así
los usaremos.
Dijo el Señor Maitreya:
-
Habéis transcendido toda superstición. Ahora sabéis que en
cualquier religión puede un hombre encontrar la luz. Sabéis
que los ritos y ceremonias no tienen valor intrínseco,
y que cuanto con ellos se hace puede también hacerse sin ellos
por medio del conocimiento y de la voluntad. Sobre todo estáis
libres de la superstición que achaca ira al Poder director de
la evolución, pues ya sabéis que todo cuanto existe está
incluido en el amor universal, y el evangelio del amor habéis
de predicar entre los hombres. ¿Procuraréis disipar las
tinieblas mediante la propagación de este evangelio?
Los candidatos respondieron:
-
Sí
Después añadió el Señor Maitreya:
‑Tened
siempre en cuenta que no hay otras tinieblas que las motivadas
por la ignorancia y la ilusión. Bien se dijo: «De lo alto
proviene todo perfecto don, y nos llega del Padre de Luz en
quien no hay variación ni sombra de veleidad.» En El no hay ni
la más leve obscuridad, pero los hombres vuelven la espalda a
la Luz y caminan sobre su propia sombra quejándose de que andan
en tinieblas.
Entonces
sometieron a los candidatos a algunas pruebas de actuación en
el plano mental. Hubieron de examinar a los que estaban en el
mundo celeste, tal como en el porvenir serían puestos a su
cuidado, y el Señor les preguntó qué harían para auxiliarlos
en cada caso, teniendo en cuenta las limitaciones en que actuarían
sus protegidos. Uno de los casos era el de un monje medieval,
muy devoto, pero con mezquinos conceptos de Dios, de los santos
y de la Iglesia, y el Señor les preguntó qué harían para
favorecerlo en su evolución.
La
ceremonia de la segunda iniciación se efectúa en el plano
mental, y cuantos en ella intervienen actúan en su cuerpo
mental y no en el mayavirrupa que usarían en el plano astral.
Efectuadas las pruebas y después de haber respondido satisfactoriamente los candidatos a las preguntas que se les hicieron, los condujeron ante el Señor Maitreya en cuya presencia se postraron, Levantóse el Señor Maitreya, y con el rostro vuelto hacia Shamballa, exclamó:
¡Oh!
Señor de Luz, Vida y Gloria. ¿Hago esto por Ti y en Tu nombre?
Entonces
fulguró sobre la cabeza la esplendente Estrella
en muestra de que el único Iniciador aprobaba lo hecho, y la
augusta figura del Señor Gautama el Buda brilló con mayor
intensidad mientras su diestra bendecía a los circunstantes.
También
se levantó el Mahachoán para dar su bendición, y el Bodisatva
fué imponiendo sucesivamente las manos sobre las inclinadas
cabezas, y todos se postraron en reverente homenaje a los
poderosos Seres. Reinaba el silencio.
En
medio de aquella maravillosa quietud recibieron los candidatos
la clave del conocimiento, y el Bodisatva emitió de sus cuerpos
mental y causal rayos de poder que penetrando en los cuerpos
mental y causal de los recién iniciados, estimularon en súbito
y espléndido crecimiento los gérmenes de análogos poderes allí
existentes. Como si un capullo estimulado por los rayos del sol
rompiera de pronto su clausura y se desplegara en magnífica
flor, así explayaron súbitamente sus latentes poderes en
radiante belleza los cuerpos mental y causal de los candidatos.
Así explayados eran fáciles transmisores de la nueva facultad
de la intuición cuyo ejercicio ya no tropezaría con ningún
obstáculo.
El Señor Maitreya dijo:
‑Recibid
este nuevo poder que os doy y confiad en él sin temor. Poned
vuestros vehículos inferiores en tal orden y responsividad, que
el nuevo poder llegue sin tropiezo a través de ellos hasta
vuestro cerebro y gobierne infaliblemente vuestra conducta. Así
brillará en el camino que vais a recorrer y os preparará para
entrar en el tercer sendero.
Terminó
el Señor Maitreya dando su solemne bendición, y la Estrella y
las augustas Entidades que cerca estaban se desvanecieron
mientras todos se inclinaban reverentemente. Así terminó la
ceremonia.
Los
Maestros allí reunidos dejaron sus sitiales y cada uno dijo
unas cuantas palabras de afecto a los recién iniciados y los
bendijo. El maestro Kuthumi también dirigió benévolas
palabras a la multitud de testigos que, como dijimos, se habían
retirado a prudente distancia, pero que a la sazón se les
permitió que volvieran a acercarse para
despedirse de sus guiadores, quienes ya iluminados por la luz
del nuevo conocimiento adquirido, dieron algunos consejos a cada
uno de aquellos adictos y los despidieron con una bendición.
La
segunda iniciación estimula rápidamente el desenvolvimiento
del cuerpo mental y a este punto o cerca de él aprende el discípulo
a usar el mayavirrupa[1] o
sea un cuerpo astral interino que se elabora quien de ordinario
reside en el plano mental. Cuando un hombre actúa en el plano
astral se vale usualmente del cuerpo astral, y si entretanto
necesitara manifestarse en el plano físico, habría de
materializar un cuerpo físico de que revestirse. Así lo hacen
a veces, aunque no frecuentemente porque exige gran consumo de
energía.
Por
otra parte, si actúa en el plano mental y desea manifestarse en
el astral, habrá de materializar un cuerpo astral interino, o
sea el mayavirrupa; y cuando terminada su labor en el plano
astral se haya de restituir al mental, se desvanecerá el
mayavirrupa cuyos materiales retornarán a la general circulación
de materia astral de donde los extrajo la voluntad del discípulo.
Hasta que recibe la primera iniciación, el neófito actúa por las noches en su cuerpo astral; pero tan pronto como adquiere pleno dominio de este cuerpo y sabe usarlo como vehículo, comienza a actuar en su cuerpo mental. Cuando este otro está completamente organizado, es un vehículo mucho más flexible que el astral y con él puede efectuar mucha labor, imposible con el astral. La facultad de formar el mayavirrupa le permite trasladarse instantáneamente del plano mental al astral y volver del astral al mental, de modo que continuamente pueda valerse del mayor poder y más aguda percepción del cuerpo mental, puesto que sólo ha de materializarse astralmente cuando necesite hacerse visible a los moradores del mundo astral. Será preciso que primero le enseñe el Maestro al discípulo a formar el mayavirrupa, y después, aunque no sea muy fácil tarea ya lo podrá construir sin auxilio ajeno.
La
segunda iniciación da por resultado un notable desenvolvimiento
y expansión del cuerpo mental, aunque sus efectos tardan todavía
algunos años en manifestarse, ya es posible que vibre en armonía
con dicho desenvolvimiento.
El
período subsiguiente a la segunda iniciación es para el
iniciado el más peligroso de todos los del sendero, aunque sus
efectos tardan todavía algunos años en manifestarse, ya es
posible que vibre en armonía con dicho desenvolvimiento.
El
período subsiguiente a la segunda iniciación es para el
iniciado el más peligrosos de todos los del sendero, aunque
mientras no se alcanza la quinta iniciación, siempre hay riesgo
de retroceder o de errabundear durante algunas encarnaciones.
Pero especialmente en dicho período se descubre si hay tal o
cual flaqueza en el carácter del iniciado. Debiera ser
imposible el retroceso para quien tan excelsa altura alcanza; y
sin embargo, la experiencia nos enseña que por desgracia así
ha sucedido algunas veces. En casi todos los casos, el peligro
está en la soberbia. Si el carácter del iniciado tiene la mas
leve mancha de soberbia está en riesgo de caída. Lo que en el
mundo físico llamamos inteligencia no es más que un sencillo
reflejo de la verdadera inteligencia; y no obstante hay en el
mundo físico quien se engríe de su inteligencia y de su
intuición. Por lo tanto, cuando un hombre adquiere siquiera un
vislumbre de lo que su inteligencia será en el porvenir, le
amenaza un grave riesgo, y sufrirá terriblemente si por ello se
ensorbece. Tan sólo una incesante y creciente vigilancia le
capacitará para traspasar con éxito feliz este período, por
lo que debe esforzarse constantemente en borrar toda huella de
orgullo, egoísmo y prejuicio.
Cuando
conocemos esotéricamente todas estas cosas, vemos de pronto
iluminados con clara luz algunos pasajes bíblicos. Dicho
peligroso período en la vida del iniciado
tiene por símbolo en el Evangelio, la tentación en el
desierto, subsiguiente al bautismo de Cristo por Juan. Los
cuarenta días en el desierto simbolizan el período durante el
cual el crecimiento del cuerpo mental subsiguiente a la segunda
iniciación se transfiere al cerebro físico, aunque
ordinariamente requiere esta transferencia un período de por lo
menos cuarenta años. En la vida de Jesús, fué el período en
que su cerebro físico se disponía a servir de instrumento de
manifestación y expresión al advinente Cristo. Entonces, el
demonio, símbolo de la naturaleza inferior, se acerca a tentar
al iniciado, y le incita a que use egoístamente de sus poderes,
diciéndole: «Si eres Hijo de Dios, convierte en pan esas
piedras.» Después le vuelve a tentar el demonio del orgullo,
diciéndole que se arroje al suelo desde el cimborio del templo
para asombrar al populacho con semejante prodigio. Por fin, le
muestra el demonio todos los reinos de la tierra para excitar su
ambición y le dice: «Todo esto te daré si rendido me adoras.»
Cada una de estas tentaciones representa una modalidad de
orgullo.
Así
como la primera iniciación se equipara a un nuevo nacimiento,
la segunda iniciación puede equipararse al ígneo bautismo del
Espíritu Santo, porque en aquel momento desciende la Tercera
Persona de la Beatísima Trinidad, en forma de efluvio de fuego,
de flamígero flujo de vívida luz. Los budistas llaman
sakadagamin al iniciado que se halla en este período y que sólo
necesita encarnar una vez más en el mundo terrestre antes de
obtener el adeptado en la cuarta iniciación, después de la
cual ya no es forzoso el renacimiento físico. Los induístas le
dan el nombre de kufichaka, que significa «el que ha construido
una cabaña» como símbolo de que ha conquistado la paz.
Durante este período ya no se han de romper más ligaduras, y
se adelanta mucho psíquica e intelectualmente. Si hasta
entonces no se adquirieron las que llamamos facultades psíquicas,
deben educirse a la sazón, pues sin ellas fuera de todo punto
imposible asimilarse el conocimiento que se va a recibir ni
cooperar en la alta obra beneficiosa para la humanidad. Ha de
tener absoluto dominio de la conciencia astral mientras actúe
en el plano físico, y durante el sueño podrá actuar en el
mundo celeste, porque la conciencia del hombre separado de su
cuerpo físico es siempre un grado superior a la dominante
mientras está bajo el peso del cuerpo carnal.
Cuando
el iniciado ha transpuesto las cuatro subetapas de la segunda
iniciación y es nuevamente gotrabhu, está ya dispuesto para
recibir la tercera iniciación y llegar a ser anagamin, que
significa «el que no vuelve», porque se espera de él que en
aquella misma vida terrena reciba la próxima iniciación. Los
induístas designan al iniciado en esta etapa del sendero, con
el nombre de hamsa, que significa «cisne» y simboliza parafrásticamente
la sentencia So‑ham o «Yo soy Aquel». Por otra parte,
según tradición, el cisne es capaz de separar la leche del
agua, y análogamente el sabio es capaz de estimar el verdadero
valor de los seres vivientes por los fenómenos de la vida.
La tercera iniciación está representada en el simbolismo cristiano por la Transfiguración de Cristo en el monte Tabor ante sus discípulos. Se transfiguró de modo que «su rostro brillaba como el sol y sus vestidos eran blancos como la luz, tan sumamente blancos como la nieve, hasta el punto de que ningún batanero de la tierra fuera capaz de darles mayor blancura». Esta descripción sugiere el concepto del augoeides, el hombre glorioso, y pinta exactamente lo que sucede en la tercera iniciación, porque así como la segunda concierne principalmente al desenvolvimiento del cuerpo mental, la tercera se relaciona con el del causal. El ego se pone en más íntimo contacto con la mónada y en verdad así se transfigura. Aun la misma personalidad recibe la influencia de esta maravillosa efusión. La individualidad y la personalidad se identifican en la primera iniciación y esta unidad ya no se quebranta; pero el crecimiento del Yo superior en te tercera iniciación no se refleja en los mundos inferiores a pesar de la identificación.
Relata
el Evangelio, que en la Transfiguración se aparecieron Moisés
y Elías, los dos personajes principales del Antiguo Testamento:
el legislador hebreo y el máximo
profeta de Israel. Así los dos métodos de acercarse a la
verdad: el de la obediencia a la ley y el de la inspiración
profética, estuvieron en compañía del Cristo que acababa de
establecer la ordenación del Evangelio. Todos estos símbolos
están relacionados con el ceremonial de la tercera iniciación.
Otro símbolo referente a esta misma etapa nos lo ofrece el
pasaje evangélico de la presentación del niño Jesús en el
templo. En el relato tradicional está este símbolo muy fuera
de lugar, pues el Cristo figura todavía en la infancia. La
presentación en el templo simboliza que en la tercera iniciación
ha de ser presentado el candidato ante el Rey espiritual del
mundo, el poderoso Jefe de la Jerarquía oculta, quien en esta
etapa confiere la iniciación por sí mismo o bien delega su
autoridad en uno de sus tres discípulos, los tres Señores de
la Llama que con El vinieron de Venus. En el segundo caso, el
candidato ha de presentar al Rey poco después de recibida la
iniciación. Así el Cristo comparece en presencia de su Padre,
y el cuerpo búdico del iniciado se explaya hasta identificarse
con su origen en el plano nirvánico, efectuándose entonces la
admirable unión de los primero y segundo principios del hombre.
Mientras
el anagamin se mueve en los menesteres de su vida cotidiana,
disfruta de las espléndidas posibilidades del plano causal, y
cuando por la noche deja el cuerpo físico, recobra la
maravillosamente explayada conciencia del plano búdico. Durante
este período ha de librarse de los tardíos remanentes de las
cuata y quinta ligaduras, llamadas kamaraga y patigha, que
consiste en el apego al goce de la sensación compendiada en el
amor terreno, y en toda posibilidad
de ira o de odio. El iniciado ha de librarse del riesgo
de que cualquier cosa terrena lo esclavice. No quiere decir esto
en modo alguno que no haya de sentir la atracción de lo
agradable, hermoso o casto ni la repulsión de lo ingrato, feo u
obsceno ni que no haya de tenerlos en cuenta en el transcurso de
su obra. Pero no ha de permitir que lo dominen, siempre
dispuesto a sobreponerse a tales sentimientos cuando lo exija la
índole de su actuación.
Aquí
nos hemos de prevenir contra un muy frecuente falso
concepto. El purísimo y nobilísimo amor humano nunca muere ni
jamás lo menoscaba la disciplina del ocultismo. Por el
contrario, lo amplía e intensifica hasta que todo lo abarca con
el mismo fervor que al principio lo prodigaba a unos cuantos
seres. El iniciado se sobrepone a toda consideración respecto
de la personalidad de quienes lo rodean, y así se libra de la
injusticia y parcialidad que con tanta frecuencia entraña el
ordinario amor.
Tampoco se ha de suponer que al ganar este amplísimo amor a todos los seres, haya de perder el de sus predilectos. El estrecho lazo entre Ananda y el Señor Buda o entre Cristo y San Juan son pruebas de que se intensifica enormemente el amor predilecto, y el lazo entre Maestro y discípulo es más fuerte que todos los afectos terrenos. Porque el amor que florece en el Sendero de Santidad es amor entre los egos y no tan sólo entre personalidades. Por lo tanto es firme y permanente sin temor de menoscabo ni veleidad porque es «el perfecto amor que desvanece todo temor».
[1] Esta palabra se ha traducido a veces como si significara «cuerpo ilusorio».
Continua a Iniciaciones Superiores fragmentos del libro:
"Los
Maestros y el Sendero" por Leadbeater
|
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA |