AGHARTA - El Mundo Subterráneo
por
RAYMOND BERNARD
La
palabra Agharta es de origen budista. Se refiere al Mundo o Imperio
Subterráneo, en cuya existencia creen todos los budistas verdaderos. Ellos
también creen que este Mundo Subterráneo tiene millones de habitantes y
muchas ciudades, todas bajo el dominio supremo de la capital del mundo
subterráneo, Shamballah. Allí vive el Gobernador Supremo del Imperio,
conocido en el oriente como el Rey del Mundo. Se cree que él dio las órdenes
al Dalai Lama del Tíbet, que fue su representante terrestre. Transmitió su
mensaje por medio de determinados túneles secretos que conectaban el mundo
subterráneo con el Tíbet. Hay agujeros semejantes en Brasil. Brasil, en el
oeste, y Tíbet, en el este, parecen ser las dos partes del mundo donde se
accede con mayor facilidad al contacto entre el Mundo Subterráneo y el mundo
de la superficie, debido a la existencia de estos túneles.
El famoso artista, filósofo y explorador
ruso, Nicholas Roerich, quien viajó mucho en el Lejano Oriente, sostenía que
Lhasa, la capital del Tíbet, estaba conectada por un túnel con la ciudad de
Shamballah, capital del imperio subterráneo de Agharta. La entrada al túnel
estaba vigilada por lamas, que el Dalai Lama había hecho jurar que
mantendrían en secreto su paradero ante los extraños. Se creía que había un
túnel similar que conectaba las habitaciones secretas en la base de la
pirámide de Gizeh con el Mundo Subterráneo, por el cual los faraones
establecían contacto con los dioses o "superhombres" del mundo subterráneo.
Las diferentes estatuas gigantes de los
primeros dioses y reyes egipcios, como las de Buda, hallados en todo
Oriente, representan los "superhombres" subterráneos que vinieron a la
superficie para ayudar a la raza humana. Por lo general no tienen sexo. Eran
emisarios de Agharta, el paraíso subterráneo al que todos los budistas
desean llegar.
La tradición budista dice que la primera
colonización de Agharta se produjo hace miles de años, cuando un hombre
santo condujo bajo la tierra a una tribu que desapareció. Se supone que los
gitanos provienen de Agharta, lo cual explica su deseo de moverse por la
superficie de la tierra y sus permanentes traslados para recuperar el hogar
perdido. Esto nos recuerda a Noé —que en realidad era de la Atlántida— que
salvó un grupo merecedor antes del diluvio que sumergió a la Atlántida. Se
cree que él llevó a su grupo a la alta planicie de Brasil, donde se
establecieron en ciudades subterráneas, conectadas con la superficie por
medio de túneles, para poder escapar del envenenamiento de los residuos
radioactivos, producto de la guerra nuclear que pelearon los atlantes, la
cual originó el diluvio que sumergió su continente.
Se supone que la civilización subterránea
de Agharta representa la continuación de la civilización de la Atlántida
que, al haber aprendido la lección de la inutilidad de la guerra, ha
permanecido en paz desde entonces. Así, hicieron progresos científicos
estupendos, sin las interrupciones y los inconvenientes de las guerras que
sufre nuestra civilización. Aquella civilización tiene miles de años (la
Atlántida se hundió hace 11.500 años), mientras que la nuestra es muy joven,
sólo tiene unos siglos.
Los científicos subterráneos pueden manejar
fuerzas de las que nosotros no sabemos nada, como demuestran sus platillos
voladores, operados por una fuente de energía nueva y desconocida, más sutil
que la energía atómica. Ossendowski sostiene que el Imperio de Agharta
consiste en una red de ciudades subterráneas, conectadas entre sí por
túneles, por los que pasan vehículos a tremendas velocidades, tanto debajo
de la tierra como del océano.
Estos pueblos viven bajo el reinado benigno
de un gobierno mundial, encabezado por el Rey del Mundo. Representan a los
descendientes del continente perdido de Lemuria y la Atlántida, además de la
raza original perfecta de los Hiperboreanos, la raza de los dioses. Durante
varias épocas de la historia, los "superhombres" o dioses de Agharta
vinieron a la superficie para enseñar a la raza humana y salvarla de las
guerras, las catástrofes y la destrucción. La llegada de los platillos
voladores poco después de la primera explosión atómica en Hiroshima
representa otra visita semejante, pero esta vez no aparecieron entre los
hombres los dioses mismos, sino emisarios.
En la épica hindú, el Ramayana, describe a
Rama como un emisario de Agharta, que vino en un vehículo aéreo que
probablemente era un platillo volador. Una tradición china habla de
maestros divinos que vinieron en vehículos aéreos. El fundador de la
dinastía Inca, Manco Capac, vino de la misma manera.
Uno
de los maestros más importantes de Agharta en América fue Quetzalcoatl, el
gran profeta de los mayas y aztecas y de los indígenas de América en
general, tanto del norte como del sur. Sabemos que era un extraño para
ellos, proveniente de otra raza (de la Atlántida), porque era de tez y
cabello claros, alto y con barba, y ellos eran oscuros, pequeños y lampiños.
Los indígenas de Méjico, Yucatán y Guatemala lo reverenciaron como a un
salvador mucho antes que al hombre blanco. Los aztecas lo llamaron "Dios de
la abundancia" y "Estrella de la mañana". El nombre Quetzalcoatl significa
"Serpiente emplumada", es decir, maestro de la sabiduría
(simbolizado por
la serpiente), que vuela. Se le dio este nombre porque llegó en un vehículo
aéreo, que parece haber sido un platillo volador. Es probable que haya
venido del Mundo Subterráneo, porque luego de permanecer un tiempo con los
indígenas, desapareció en forma misteriosa de igual manera como vino.
Se describe a Quetzalcoatl como "un hombre
de buena apariencia y expresión seria, con una barba blanca y vestido con un
ropaje largo". También se lo llamó Huemac, por su gran bondad y moderación.
Enseñó a
los indígenas el camino de la virtud
y trató de salvarlos del vicio al darles leyes y aconsejarles resistir a la
lujuria y practicar la castidad. Les enseño el pacifismo y condenó todas
las formas de violencia. Instituyó una dieta vegetariana, con maíz como el
alimento básico, y les enseñó a hacer ayuno y a practicar higiene corporal.
Según el arqueólogo de América del Sur, Harold Wilkins, Quetzalcoatl también
fue el maestro espiritual de los habitantes de Brasil. Luego de permanecer
un tiempo con los indígenas y de comprobar lo poco que deseaban seguir sus
enseñanzas, excepto por sus recomendaciones de plantar y alimentarse de
maíz como alimento básico en lugar de la carne, Quetzalcoati partió y les
dijo que algún día regresaría. Sabemos que este "visitante del Cielo" vino
como se fue —en un platillo volador— porque cuando Cortés invadió
Méjico,
el emperador Moctezuma creyó que se trataba del anunciado retorno de
Quetzalcoati. Lo creyó porque una bola de fuego giraba sobre la ciudad de
Méjico, y todas las personas gritaban y aullaban y prendieron fuego al
templo del dios de la Guerra: creían que esta bola de fuego era un platillo
volador en el cual viajaba Quetzalcoati.
Osiris fue otro dios subterráneo. Según
Donnelly, en su libro Atlantis: the Antedüiwian World, los dioses de los
antiguos eran los gobernadores de la Atlántida y miembros de una raza
sobrehumana que gobernaba la humana. Antes de la destrucción de su
continente, que habían previsto, viajaron en platillo volador a través de la
abertura polar al Mundo Subterráneo en el interior hueco de la tierra,
donde aún viven.
"El imperio de Agharta", escribió
Ossendowski
en su libro Beasts, Men and Gods, "se extiende por túneles subterráneos a
todas partes del mundo". En ese libro habla de la vasta red de túneles
construida por una raza prehistórica de la más remota antigüedad, que pasa
debajo de océanos y continentes, por los que viajaban vehículos veloces. El
imperio del que habla Ossendowski, y del que aprendió de los lamas del
Lejano Oriente durante sus viajes en Mongolia, consiste en ciudades
subterráneas bajo la corteza terrestre. Debemos diferenciar éstas de las
que están situadas en el centro hueco de la tierra. Por lo tanto, existen
dos mundos subterráneos, uno más superficial y otro en el centro de la
tierra.
Huguenin, cuyo libro sobre platillos
voladores y el mundo subterráneo mencionamos antes, cree que existen muchas
ciudades subterráneas en diferentes profundidades, entre la corteza
terrestre y el interior hueco. Con respecto a los habitantes de estas
ciudades, escribe lo siguiente:
"Esta otra humanidad tiene un alto grado de
civilización, organización económica y social y progreso cultural y
científico. En comparación, la de la superficie terrestre es una raza de
bárbaros." En el libro, Huguenin muestra un diagrama del interior de la
tierra, en el que se observan varias ciudades subterráneas en diferentes
niveles de profundidad, conectadas entre sí por túneles. Las describe dentro
de inmensas cavidades en la tierra. Dice que la ciudad de Shamballah, la
capital del imperio subterráneo, está en el centro de la tierra, en el
interior hueco, en vez de encontrarse en la corteza sólida. Escribe lo
siguiente: "Todas las cavernas subterráneas de América están habitadas por
gente antigua que desapareció del mundo. Estos pueblos y las regiones
subterráneas donde viven están bajo la misma autoridad suprema del Rey del
Mundo. Tanto el océano Atlántico como el Pacífico, una vez fueron el hogar
de los vastos continentes que luego se sumergieron; y sus habitantes
hallaron refugio en el Mundo Subterráneo. Las profundas cavernas están
iluminadas por una luz resplandeciente que permite el crecimiento de
cereales y otros vegetales y les brinda una larga vida, libre de
enfermedades. En este mundo, existe una gran población y muchas tribus".
En su libro The Corning Race, Bulwer Lytton
describe una civilización mucho más avanzada que la nuestra, que existe
dentro de una gran cavidad en la tierra, conectada con la superficie por un
túnel. Esta cavidad inmensa era iluminada con una extraña luz que no
requería de lámparas para producirla, sino que parecía resultar de la
electrificación de la atmósfera. Esta luz mantenía la vida vegetal y
permitía a los habitantes subterráneos cultivar sus propios alimentos. Los
habitantes de Utopía que Lytton describe eran vegetarianos. Tenían aparatos
que les permitían volar en vez de caminar. Estaban libres de enfermedad y
tenían una organización social perfecta, en la que cada uno recibía lo que
necesitaba, sin la explotación de unos por otros.
Se afirma que la corteza terrestre está
llena de redes de túneles que pasan debajo del océano de un continente a
otro y a las ciudades subterráneas en grandes cavidades en la tierra. Estos
túneles abundan en América del Sur, en especial debajo de Brasil, que fue
uno de los principales centros de la colonización de los habitantes de la
Atlántida, y podemos presumir fueron quienes los construyeron. El más
conocido de estos túneles es el "camino de los Incas", que se extiende por
varios cientos de kilómetros al sur de Lima, Perú, y pasa debajo de Cuzco,
Tiahuanaco y Tres Picos, en camino al Desierto de Atacambo. Otra rama se
dirige a Arica, Chile, que fue visitada por Madame Blavatsky.
Se dice que los Incas utilizaron estos
túneles para escapar de los conquistadores españoles de la Inquisición.
Ejércitos enteros entraron en ellos, con llamas cargadas con oro y tesoros,
cuando los primeros conquistadores llegaron. Esa entrada también explica su
misteriosa desaparición en ese momento, que dejó atrás solamente la raza de
los quechuas. Se cree que cuando Atahualpa, el último de los reyes Inca, fue
asesinado por Pizarro, el oro que era transportado en una hilera de 11.000
llamas cargadas halló refugio en estos túneles. Pensamos que tenían una
forma artificial de luz y que estaban construidos por la raza que construyó
Tiahuanaco mucho antes de que el primer Inca apareciera en Perú. Dado que
nunca se volvió a ver a los Incas que entraron en estos túneles para
escapar de los españoles, es probable que aún vivan en ciudades subterráneas
iluminadas, a las que llevan los túneles.
Estos túneles misteriosos, un enigma para
los arqueólogos, existen en gran número debajo del Brasil, donde se abren a
la superficie en diferentes lugares. El más famoso está en las montañas
Roncador, al nordeste del Matto Grosso. Allí se dirigía el Coronel Fawcett
cuando fue visto por última vez. Se afirma que la ciudad de la Atlántida que
buscaba no eran las ruinas de una ciudad muerta en la superficie, sino una
ciudad subterránea con habitantes vivos; y se dice que él y su hijo, Jack,
aún viven allí. Esto es lo que cree el profesor de Souza, el Comandante
Strauss y O. C. Huguenin.
La
abertura del túnel Roncador está vigilada por los feroces indígenas
chavantes que matan a cualquiera que se atreva a entrar sin ser invitado,
que pueda molestar a los habitantes subterráneos, a quienes ellos respetan
y reverencian. Los indios murcego también guardan el secreto de las
aberturas de los túneles secretos que llevan a las ciudades subterráneas en
la región de las montañas Roncador del Matto Grosso. Citaremos una carta
escrita al autor por un ciudadano estadounidense que vivió muchos años en
la zona y estudió la materia, llamado Carl Huni:
"La entrada a las cavernas está vigilada
por los indígenas murcego, una raza de tez morena, tamaño pequeño y
extraordinaria fuerza física. Su sentido del olfato está más desarrollado
que el de los mejores sabuesos. Aunque aprueben a una persona y le permitan
entrar en las cavernas, me temo que esa persona estaría perdida para el
mundo conocido, porque guardan el secreto con mucho cuidado y tal vez no le
permitan salir. (Tal vez esto le haya ocurrido al coronel Fawcett y a su
hijo Jack, quienes se cree entraron en un túnel, que lleva a una ciudad
subterránea en las montañas Roncador, y nunca retornaron.)
"Los indígenas murcego viven en cavernas y
salen a la noche a las junglas que los rodean, pero no tienen contacto con
los habitantes subterráneos. Estos habitan una ciudad subterránea donde
forman una comunidad de población considerable que se autoabastece. Se cree
que los habitantes de la Atlántida construyeron las ciudades subterráneas.
Una cosa es segura: no les llegarán residuos radioactivos. Nadie sabe si
aquellos que viven en las antiguas ciudades subterráneas de la Atlántida son
los mismos habitantes u otros que se establecieron allí luego de
que los constructores originales se fueron. El nombre de las montañas donde
existen estas ciudades es Roncador, en el nordeste del Matto Grosso. Si alguien va en
busca de una de esas ciudades, debe responsabilizarse de su propia vida,
pues tal vez nunca regrese, como le ocurrió al Coronel Fawcett.
"Cuando estuve en Brasil, oí hablar mucho
sobre estas cavernas y ciudades subterráneas. Sin embargo, están muy lejos
de Cuiaba. Están cerca del Río Araguaya, que desemboca en el Amazonas. Están
al nordeste de Cuiaba, al pie de una cadena montañosa increíblemente larga
llamada Roncador. Desistí de investigar más porque oí que los indígenas
murcego vigilan, con gran celo, la entrada a los túneles, de personas que
no estén suficientemente evolucionadas, pues no quieren problemas.
Básicamente, no quieren a nadie que todavía esté engarzado en la
comercialización y ambicione el dinero.
"Sé que una gran parte de los inmigrantes
que ayudaron en la sublevación del General Isidro López en 1928,
desapareció en estas montañas y nunca se vio de nuevo. Fue durante el
mando del doctor Benavides, quien bombardeó Sao Paulo durante cuatro
semanas. Luego declararon una tregua de tres días y permitieron que las 4000
tropas, que eran principalmente alemanes y húngaros, salieran de la ciudad.
Alrededor de 3000 fueron a Acre, en el noroeste de Brasil, y aproximadamente
1000 desaparecieron en las cavernas. Oí la historia muchas veces. Si
recuerdo bien, el lugar donde desaparecieron fue en el sur de la Isla
Bananal (cerca de las Montañas Roncador).
"También hay cavernas en Asia, que
mencionan los viajeros del Tibet, pero hasta donde yo sé, las más grandes
están en Brasil y existen en tres niveles diferentes. Estoy seguro de que
obtendría permiso si quisiera unirme a ellos, y que me aceptarían como uno
de ellos. Sé que no emplean dinero y que su sociedad está organizada sobre
una base estrictamente democrática. La gente no envejece y vive en armonía
perpetua."
Esta Utopía subterránea, que menciona el
señor Huni (quien vive actualmente en Nueva York) se asemeja mucho a la
descripta por Bulwer Lytton en su libro, The Coming Race. Lytton era un
rosacruz y es probable que basara su novela en información oculta
relacionada con ciudades subterráneas existentes.
Se hallaron ruinas de muchas ciudades de la
primitiva Atlántida en el norte del Matto Grosso y el territorio de
Amazonia, lo cual indica que los habitantes de la Atlántida colonizaron esta
tierra alguna vez. Hace algunos años, un inglés, maestro de escuela, que
oyó rumores de una ciudad perdida de la Atlántida, en un elevado altiplano
de la región, fue a buscarla. Lo hizo, pero las dificultades del viaje le
costaron la vida. Antes de morir envió una paloma mensajera con una nota que
describía la ciudad magnífica que descubrió, en cuyas calles se alineaban
altas estatuas doradas.
Si los habitantes de la Atlántida
colonizaron Brasil alguna vez y construyeron ciudades en el Matto Grosso o
en su superficie, ¿por qué construyeron ciudades subterráneas allí? No pudo
ser para escapar del diluvio que sumergió la Atlántida y las áreas
alrededor, porque el Matto Grosso está en un altiplano, donde no podía
llegar el agua. El arqueólogo de América del Sur, Harold Wilkins, ofrece
otra teoría: que las ciudades subterráneas fueron construidas para escapar
de los residuos radioactivos que resultaron de una guerra nuclear que
pelearon los habitantes de la Atlántida. Esta parece una explicación muy
razonable, pues no hay otra razón para llevar a cabo una labor tan difícil,
como la de la excavación de la tierra y la construcción de ciudades
subterráneas, cuando ya tenían ciudades magníficas en la superficie de la
tierra.
En el momento que estemos en peligro de una
guerra nuclear, nosotros también deberemos hallar refugio dentro de la
tierra y vivir allí, en ciudades iluminadas, y producir alimentos bajo esta
luz. Por supuesto que
resultaría más fácil unirnos a las ciudades
subterráneas existentes, construidas por los pobladores de la Atlántida hace
miles de años —que nos superan en conocimientos de ingeniería— que
construir las propias. Si pudiéramos establecer contacto amistoso con los
habitantes subterráneos, cuando llegara la guerra —o inclusive antes— cuando
los residuos radioactivos aumentaran y representaran un peligro para
nuestra supervivencia, sería ventajoso tener contacto con estas ciudades
subterráneas. Si nos admitieran, podríamos establecer residencia en ellas.
No existe la ancianidad en Agharta, tampoco
la muerte. Es una sociedad en que todos lucen jóvenes aunque tengan varios
siglos o miles de años. Esto parece increíble para los habitantes de la
superficie, expuestos a los
efectos dañinos de la radiación solar y la
autointoxicación por los alimentos de una mala dieta. Los síntomas de la
vejez no son los resultados del paso del tiempo o de un proceso de
envejecimiento, sino que se deben a condiciones y hábitos biológicos
dañinos. La senilidad es una enfermedad, y dado que los habitantes de
Agharta están libres de enfermedades, nunca envejecen.
Los dos sexos viven separados, y el
matrimonio no existe. Cada uno es independiente y libre. Ninguno de los dos
depende del sostén económico
del otro. La reproducción se realiza por
partenogénesis y los bebés nacidos de la virginidad son todos del sexo
femenino. En esta civilización matriarcal, la mujer es considerada el sexo
normal, perfecto y superior. La crianza de los niños está a cargo de
maestros especiales, no de familias particulares. La comunidad los
mantiene, así como a las madres.
La cultura científica superior de la gente
subterránea, cuyos platillos voladores son un ejemplo, es el resultado del
desarrollo cerebral superior, de cerebros más poderosos.
Esto se debe a que las energías vitales
fluyen hasta el cerebro, en vez de disiparse por los canales sexuales, como
ocurre entre las razas supuestamente "civilizadas" de la superficie. En
realidad, la práctica sexual no forma parte de sus vidas. A raíz de la dieta
vegetariana —de frutas básicamente— las glándulas endocrinas tienen un
estado de equilibrio perfecto y funcionamiento armonioso, como ocurre en
los niños, y no se ven estimuladas a la actividad anormal por las toxinas
metabólicas, como las producidas por la carne, las aves, el pescado y los
huevos y afrodisíacos, como la sal, la pimienta, el café, el tabaco y el
alcohol. Al tener la sangre pura y libre de toxinas, los habitantes
subterráneos pueden vivir en continencia absoluta, conservar todas las
energías vitales y convertirlas en poder cerebral superior.
Sus logros científicos superiores resultan
de que su cerebro es superior al nuestro en cuanto a desarrollo intelectual. Conforman la raza que creó los platillos voladores. En cuanto
a Agharta, el profesor Henrique J. de Souza, Presidente de la Sociedad
Teosófica de Brasil y una autoridad en el tema del Mundo Subterráneo,
publicó un artículo en la revista de la Sociedad bajo el título "Does
Shangrila Exist?". Citamos las siguientes palabras: "Entre todas las razas
humanas, desde el principio del tiempo, siempre existió una tradición con
respecto a la existencia de una Tierra Sagrada o Paraíso Terrenal, donde los
ideales más elevados de la humanidad se realizaban. Este concepto podemos
hallarlo en las escrituras y tradiciones más antiguas de los pueblos de
Europa, Asia Menor, China, India, Egipto y las Américas. Se dice que sólo
las personas merecedoras, puras e inocentes pueden tener acceso a esta
Tierra Sagrada.
Por eso, constituye un tema central de los
sueños de la niñez. El camino que lleva a esta Tierra Bendita, este Mundo
Invisible, este Dominio Esotérico y Oculto, constituye la búsqueda central
y la clave maestra de todas las enseñanzas de misterio y los sistemas de
iniciación del pasado, presente y futuro. Esta clave mágica es el 'Ábrete
Sésamo' que abre la puerta a un nuevo y maravilloso mundo. Los antiguos
rosacruces lo designaron por una palabra francesa, 'Vitriol', que es una
combinación de las primeras palabras de la frase: 'vista interiora terrae
rectificando invenes omnia lapidem'. Indica que 'en el interior de la
Tierra, hay un verdadero misterio oculto'. El camino a este Mundo Escondido
es el Camino de la Iniciación. En la antigua Grecia, en los Misterios de
Delfos y Eleusis, se hacía referencia a esta Tierra Paradisíaca como el
Monte Olimpo y los Campos Elíseos. Además, en los primeros tiempos védicos,
se lo llamaba por diferentes nombres, como Ratnasanu ('pico de la piedra
preciosa'), Harmadri ('montaña de oro') y Monte Meru ('hogar de los dioses
y olimpo de los hindúes'). Simbólicamente, el pico de esta montaña sagrada
está en el cielo, su parte media está en la tierra y la base, en el Mundo
Subterráneo.
"Las Eddas escandinavas también
mencionan
esta ciudad celestial, que estaba en la tierra de Asar de los pueblos de la
Mesopotamia. Era la Tierra de Amenti del Libro Sagrado de los Muertos de
los antiguos egipcios. Era la ciudad de los Siete Pétalos de Vishnu y la
Ciudad de los Siete Reinos de Edom o Edén de la tradición judía. Es decir,
era el Paraíso Terrenal. En toda Asia Menor, no sólo en el pasado, sino en
la actualidad también, existe la creencia en la existencia de una Ciudad de
Misterio, llena de maravillas, conocida como Shamballah, donde está el
Templo de los Dioses. También es la Erdami de los tibetanos y mongoles. Los
persas la llamaron Alberdi o Aryana, tierra de sus ancestros. Los hebreos,
Canaan; y los mejicanos, Tula o Tolan; los aztecas la llamaron Maya-Pan.
Los conquistadores españoles que llegaron a América creían en la existencia
de una ciudad semejante y organizaron muchas expediciones para hallarla. La
llamaron El Dorado. Es probable que se hubieran enterado de ella por medio
de los aborígenes que la llamaban Manoa o Ciudad Cuyo Rey Viste Ropa de Oro.
"Para los celtas, esta tierra sagrada era
conocida como la 'Tierra de los Misterios': Duat o Dananda. Una tradición
china habla de una Tierra de Chivin o Ciudad de una Docena de Serpientes. Es
el Mundo Subterráneo, que está en las raíces del Cielo. Es la Tierra de los
Calcas, Calcis o Kalki, la famosa Colchida que buscaban los argonautas
cuando salieron en busca del Vellocino de Oro. En la Edad Media, se referían
a ella como la Isla de Avalon, donde los Caballeros de la Mesa Redonda, con
el liderazgo del Rey Arturo y la guía del mago Merlín, salieron en busca del
Cáliz Sagrado, símbolo de obediencia, justicia e inmortalidad. Cuando el
Rey Arturo fue seriamente herido en batalla, pidió a su compañero Belvedere
que partiera en barco a los confines de la tierra, con las siguientes
palabras: "'Adiós, Belvedere, amigo y compañero mío. Ve a la tierra donde
nunca llueve, donde no hay enfermedad, y donde nadie muere.' Esta es la
Tierra de la Inmortalidad, o Agharta, el Mundo Subterráneo. Esta tierra es
la Walhalla de los alemanes, el Monte Salvat de los Caballeros del Cáliz
Sagrado, la Utopía de Thomas More, la Ciudad del Sol de Campanella, la
Shangri-la del Tíbet y la Agharta del mundo budista."
Ya
dijimos que las ciudades subterráneas de Agharta fueron construidas por los
atlantes como refugios contra los residuos radioactivos producidos por la
guerra nuclear que habían peleado. También nos hemos referido a la teoría de
Huguenin de que los platillos voladores eran aeronaves que este pueblo llevó
al Mundo Subterráneo antes de que aconteciera la catástrofe que hundió la
Atlántida. Abandonaron su hogar anterior en la cima de la montaña sagrada de
cuatro lados en el centro de la Atlántida —Monte Olimpo o Meru, luego
simbolizado en las pirámides truncadas de cuatro lados, en Egipto y Méjico—
y viajaron por el cielo, por encima del Puente del Arco iris de la Aurora
Boreal, a través de la abertura polar, al nuevo hogar en Walhalla, los
palacios dorados de la ciudad de Shamballah, capital de Agharta, el Mundo
Subterráneo. La mitología teutónica se refiere a la migración de los
dioses-gobernantes de la Atlántida al Mundo Subterráneo, anterior a la
destrucción de la Atlántida, como el "Gotterdammerung", o Crepúsculo de los
Dioses. Hicieron el viaje en platillos voladores, que eran aeronaves de la
Atlántida.
Mientras en los días de la Atlántida los
platillos voladores viajaban en la atmósfera externa de la tierra, después
de que entraron en el Mundo Subterráneo siguieron volando en la atmósfera
interna, en el interior hueco. Después de la explosión atómica de
Hiroshima en 1945, salieron a la superficie en cantidad para evitar una
catástrofe nuclear. La tragedia que ocurrió a la Atlántida se debió a un
desarrollo científico más adelantado que el moral. Esto originó una guerra
nuclear que calentó la atmósfera, derritió las capas de hielo polares y
produjo el diluvio que sumergió todo el continente. Un grupo de
sobrevivientes, liderados por Noé, halló refugio en las alturas de Brasil
—que era una colonia de los habitantes de la Atlántida en ese momento— donde
construyeron ciudades subterráneas, conectadas a la superficie por túneles,
para impedir la destrucción a causa de los residuos radioactivos y la
inundación.
Según Platón, la Atlántida se sumergió
debido a una serie de inundaciones que llegaron a su climax hace
aproximadamente 11.500 años. Alrededor de cuatro millones de habitantes
perdieron sus vidas. Aquellos que eran más espirituales y fueron prevenidos
escaparon a Brasil a tiempo. Se afirma que ellos o sus descendientes aún
viven allí, en ciudades subterráneas.
En relación con esto, es interesante tomar
en cuenta el libro de Julio Verne, A Journey to the Center of the Earth, que
presenta una concepción similar sobre la formación de la tierra. Verne
describe un grupo de exploradores que entró en un conducto volcánico y,
luego de viajar durante meses, llegó al centro hueco de la tierra, a un
nuevo mundo con un sol propio que lo ilumina, océanos, tierra y hasta
ciudades, construidas por los habitantes de la Atlántida. Verne creía que
antes de la destrucción de la Atlántida, algunos de sus habitantes
escaparon y colonizaron ciudades subterráneas en el centro hueco de la
tierra. Dado que la mayoría de las predicciones de Verne luego fueron
verificadas, es posible que ésta también se cumpla. Por supuesto que no por
entrar en un conducto volcánico, sino por una expedición aérea a través de
las aberturas polares hasta el interior hueco de la tierra.
Uno de los primeros colonizadores alemanes
en Santa Catarina, Brasil, escribió y publicó un libro, en alemán antiguo,
sobre el Mundo Subterráneo, con información obtenida de los indígenas. El
libro describía la tierra como hueca, con un sol central. Decía que el
interior de la tierra era habitado por una raza longeva, que vivía libre de
enfermedades y se alimentaba con frutas. También sostenía que este Mundo
Subterráneo estaba conectado con la superficie por medio de túneles abiertos
en su mayoría, en la zona de Santa Catarina y alrededores en Brasil.
El autor invirtió seis años en la
investigación y el estudio de los misteriosos túneles que abundan en Santa
Catarina, obviamente construidos por una raza antigua, para llegar a las
ciudades subterráneas.
Las investigaciones continúan. En una
montaña cerca de Joinville, los cantos corales de los hombres y las mujeres
de la Atlántida se oyen en forma repetida, además del "canta gallo" (gallo
que canta), que es una indicación típica de la existencia de una abertura
de túnel que lleva a una ciudad subterránea. No es un animal vivo el que
produce el sonido, sino probablemente una máquina.
El explorador ruso, Ferdinand Ossendowski,
autor de Beasts, Men and Gods, sostiene que los túneles que pasan por debajo
de los Océanos Pacífico y Atlántico y de la tierra, son construcciones de
hombres pertenecientes a una civilización preglaciar hiperbórea. Esta
civilización floreció en la región polar en el momento en que el clima aún
era tropical, una raza de "superhombres" que poseían poderes científicos de
un orden superior y autores de inventos maravillosos, que incluían máquinas
cavadoras de túneles, de las que no conocemos nada. Con estas máquinas,
llenaron la tierra de túneles. Ahora, citaremos palabras del increíble libro
de Ossendowski, donde cuenta sus propias experiencias en Mongolia, donde la
creencia en el Mundo Subterráneo de Agharta, gobernado por el Rey del
Mundo, quien reside en la ciudad sagrada de Shamballah, es universal: "—
¡Deténgase! —dijo mi guía mongol, cuando cruzamos el altiplano de Tzagan Luk—.
¡Deténgase! —Su camello se agachó sin que él se lo ordenara. El mongol
levantó las manos en señal de adoración y repitió la frase sagrada: 'OM MANI
PAEME HUM'. Los otros mongoles detuvieron sus camellos de inmediato y
comenzaron a rezar. ¿Qué ocurrió?, me pregunté, mientras detenía mi camello.
Los mongoles siguieron sus oraciones unos
momentos y, luego montaron los camellos y continuaron. —Mire —dijo mi guía—,
cómo los camellos mueven las orejas con terror, cómo se quedan inmóviles y
alertas las melenas de los caballos y cómo los camellos y el ganado se
agachan hasta el suelo. Note cómo las aves dejan de volar y los perros de
ladrar. El aire vibra de dulzura y uno oye la canción que penetra los
corazones de todos, los hombres, los animales y las aves. Todos los seres
vivientes, llenos de miedo se detienen. Pues el Rey del Mundo, en su palacio
subterráneo está profetizando el futuro de todos los pueblos de la tierra.
—Así habló el anciano.
"En Mongolia, con las terribles montañas y
las interminables mesetas, nació un misterio que preservaron los lamas
amarillos y colorados. Los gobernadores de Lhasa y Ourga vigilaron esta
ciencia y poseyeron estos misterios. Fue durante mi viaje al Asia Central
que oí por primera vez sobre este Misterio de los Misterios. En un
principio no le presté atención; pero luego, cuando pude analizarlo y
compararlo con determinados testimonios, frecuentemente sujetos a
controversia, sí. Los ancianos en el borde de Amyil me contaron una antigua
leyenda, que decía que una tribu mongol, que escapaba de Genghis Khan, se
escondió en una tierra subterránea. Luego, cerca del Lago Nogan, en la
vecindad de Soyota me mostraron una puerta que servía de entrada al reino de
Agharta. Un cazador había entrado a través de esta puerta y contó de su
visita cuando volvió. Los lamas le cortaron la lengua para impedirle hablar
sobre el Misterio de los Misterios. En su ancianidad, volvió a la entrada de
la caverna y desapareció en el Mundo Subterráneo. Los nómades se emocionan
siempre al recordar esto.
"Obtuve
información más detallada de Houtouktou Jelyl Djamsrap de Narabanch Kure. Me
contó la historia de la llegada del Rey del Mundo todopoderoso a la puerta
de salida del Mundo Subterráneo, de su aparición, de sus milagros y de sus
profecías. Luego, comencé a comprender esta leyenda, esta hipótesis, esta
visión colectiva, que —más allá de cómo la interpretemos— esconde no sólo
un misterio, sino una fuerza real que gobierna e influye en el curso de la
vida política del Asia. Desde ese momento, comencé mis investigaciones. El
lama Gelong, favorito del Príncipe Choultoun Beyli, me describió el Mundo
Subterráneo.
"Hace más de seis mil años —me dijo—, un
hombre santo desapareció en la tierra, en compañía de una tribu de personas
que nunca volvió a la superficie. Varios otros hombres, como Cakya-Muni,
Undur-Ghengen Paspa, Baber y otros, también visitaron este mundo interno.
Nadie sabe dónde hallaron la entrada. Algunos dicen que fue en Afghanistan,
otros, que fue en la India.
"Todos los habitantes de esta región están
protegidos contra el mal, y no existe el crimen dentro de sus límites. La
ciencia se desarrolló con tranquilidad, sin interrupciones por la guerra, y
libre de espíritu de destrucción. En consecuencia, el pueblo subterráneo
pudo lograr un grado de sabiduría mucho mayor. Estas personas componen un
vasto imperio con millones de habitantes, gobernado por el Rey del Mundo,
que domina todas las fuerzas de la naturaleza, puede leer lo que está dentro
de las almas de cada uno y gobierna más de ocho millones de seres humanos,
todos dispuestos a ejecutar sus órdenes.'
'Todos los pasajes subterráneos en el mundo
entero llevan al Mundo de Agharta. Los lamas dicen que todas las cavidades
subterráneas en América están habitadas por esta gente. Los habitantes de
los continentes prehistóricos sumergidos (Lemuria y la Atlántida) hallaron
refugio y siguieron viviendo en el Mundo Subterráneo.
"El lama Turgut, que realizó el viaje de
Ourga hasta Pekín conmigo, me dio más detalles: La capital de Agharta (Shamballah)
está rodeada de villas, donde viven los Sabios Sagrados. Me recuerda a
Lhasa, donde el templo del Dalai Lama se eleva por encima de una montaña
rodeada de templos y monasterios. Su palacio está rodeado de los palacios de
los gurúes, que controlan las fuerzas visibles e invisibles de la tierra,
desde el interior hasta el cielo, y son los dioses de la vida y la muerte.
Si nuestra alocada humanidad continúa sus guerras, tal vez vengan a la
superficie y la transformen en desierto. Pueden secar los océanos,
transformar los continentes en mares y hacer desaparecer las montañas.
Viajan en extraños vehículos, desconocidos en la superficie, a velocidades
increíbles, a través de los túneles dentro de la tierra. Los lamas
encontraron vestigios de estos hombres en todas partes e inscripciones en
las rocas; y vieron restos de las ruedas de sus vehículos.
"Cuando le pedí que me contara cuántas
personas habían visitado Agharta, contestó: 'Un gran número, pero la
mayoría conservan el secreto todas sus vidas. Cuando los olets destruyeron
Lhasa, uno de sus regimientos, en las montañas del sudoeste, llegó a los
límites de Agharta y se los instruyó en sus misteriosas ciencias, por lo
cual los olets y talmuts se convirtieron en profetas. Algunas tribus negras
del este también entraron en Agharta y continuaron viviendo allí por siglos.
Luego, fueron expulsadas del Mundo Subterráneo y volvieron a la superficie.
Trajeron con ellos los conocimientos del misterio de la profecía con cartas
y la lectura de las líneas de la palma de la mano. (Fueron los ancestros de
los gitanos.) En una región determinada del norte de Asia, existe una tribu
que está a punto de desaparecer y que frecuenta las cavernas de Agharta. Sus
miembros pueden invocar a los espíritus de los muertos, que viven en el
espacio'.
"Entonces, el lama se calló por un tiempo
y, luego, respondió a mis pensamientos. Siguió: 'En Agharta, los sabios
escriben todas las ciencias de nuestro planeta y de los otros mundos en
tablas de piedra. Los sabios de los budistas chinos saben eso. Su ciencia
es la más avanzada y pura. Todos los siglos, los sabios de China se unen en
un lugar secreto cerca del mar, montados en las espaldas de cien tortugas
grandes que salen del océano, para escribir las conclusiones de la ciencia
divina de su siglo'.
"Esto me trae a la mente una historia que me
contó un anciano asistente chino en el Templo del Cielo en Pekín. Me contó
que las tortugas viven tres mil años sin aire ni comida. Por esa razón,
todas las columnas del Templo del Cielo, de color azul, descansan en las
espaldas de tortugas vivas: para que los soportes de madera no se pudran.
"Muchas veces, los gobernadores de Ourga y
Lhasa envían embajadores al Rey del Mundo — dijo el lama bibliotecario —,
pero no llegan a él. Sin embargo, un jefe tibetano, después de una batalla
con los olets, llegó a una caverna, cuya entrada decía: 'ESTA PUERTA LLEVA A
AGHARTA'.
"Un hombre de hermosa apariencia salió de la
caverna y le presentó una tableta dorada, con una extraña inscripción: 'El
Rey del Mundo aparecerá ante todos los hombres cuando llegue el tiempo de
la guerra del bien contra el mal, pero el momento aún no ha llegado. Los
peores miembros de la raza humana todavía no han nacido'.
"Chang Chum Ungern envió al joven Príncipe
Pounzig como embajador ante el Rey del Mundo. El embajador retornó con una
carta para el Dalai Lama de Lhasa. Lo mandó una segunda vez, pero el joven
nunca regresó."
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